Estás sentado cómodamente, inhalando lentamente por la nariz, sintiendo cómo se expande tu pecho, y luego exhalando el aire por los labios fruncidos. Esta antigua práctica, utilizada por yoguis y terapeutas modernos por igual, crea cambios fisiológicos inmediatos que contrarrestan las respuestas al estrés.

La magia sucede cuando lo conviertes en un hábito diario